En 1990 el Campeonato del Mundo Universitario se disputó en Odessa (Ucrania, entonces todavía en la URSS), y tuve el honor de formar parte de la selección española. Una de las atracciones de la ciudad consistía en contar los escalones de la famosa escena del Acorazado Potemkin:
También aproveché para comprar toneladas de libros, y no sólo de ajedrez: las editoriales soviéticas realizaban excelentes ediciones en castellano de trabajos científicos, a precio de saldo para un occidental.
18 años después, me acordé del libro que podéis ver arriba (Estudios de finales de peones, de F. Bondarenko), y decidí que podía sacarle doble partido: como amuleto para el vuelo camino a Hastings (si había sobrevivido a dos viajes con la Aeroflot de 1990, tenía una labor fácil con Ryanair) y para entrenar mi cálculo antes del torneo. El primer trabajo lo cumplió bien; sobre el segundo, os hablaré en un próximo post...
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