domingo, 5 de abril de 2009

El ciego azar

¡Cómo! ¡Treinta y cinco veces! ¿Y sale a menudo? ¿Por qué entonces esos imbéciles no juegan al "cero"?

Dostoievsky: "El Jugador"

Buscando antecedentes del final del Cadete Femenino de este año, que se decidió con una moneda al aire, he recordado a Terán jugándose a cara o cruz sus ganancias (o pérdidas) en las partidas rápidas. Fuera de nuestro ajedrez, no podemos olvidar el desenlace del match de Candidatos Smyslov - Hubner (Velden, 1983): tras las diez partidas programadas se disputaron otras cuatro, también a ritmo lento y, como por entonces no existían las semirrápidas, los jugadores se fueron a desempatar al casino.

En una preciosa entrevista publicada en Grandmaster Square, Smyslov cuenta el desenlace; espero no haberla traducido demasiado mal:

Mi propia experiencia muestra que el Demonio combate con Dios en el ajedrez de igual modo que en la vida real, y el campo de batalla no es el tablero, sino los corazones de las personas...

La ruleta decidiría el desenlace del match. Se utilizó una bola de oro para evitar el magnetismo. Si la bola caía en rojo yo ganaría el match, y un número negro daría la victoria a Hubner. Se lanzó la bola, que se posó en el cero, como en la novela de Dostoievsky: no había vencedor. La bola se lanzó de nuevo, y esta vez cayó en el rojo 3 (el primer número de las famosas tres cartas de Pushkin: el tres, el siete y el as), y así gané el match. Más tarde caí en la cuenta de que Dios y el Diablo se enfrentaron en el casino y empataron la primera vez, pero al final Dios venció y sentenció la derrota de Hubner, entiendo que con buenas razones: su comportamiento fue incorrecto durante el match.
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1 comentario:

  1. recordaba la curiosa anecdota, lo que no recordaba es "lo de las incorreciones de hubner... ?¡?", a ver si nos refrescan la memoria...

    saludos.

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